El Éxtasis de Santa Teresa de Bernini es en una obra maestra del barroco que captura un momento de profunda intensidad espiritual y física. Bernini logra transmitir una compleja gama de emociones a través de la escultura, invitando al espectador a una experiencia sensorial y emocional.
Analicemos a continuación los
principales sentimientos expresados en la obra:
1. Éxtasis y arrobamiento divino:
- Santa Teresa: La característica más evidente
es el éxtasis místico. Su rostro está parcialmente ladeado, con los
ojos entrecerrados y la boca ligeramente entreabierta. Esta postura
sugiere una pérdida de conciencia del mundo terrenal, una entrega total a
la experiencia divina. No hay signos de dolor o sufrimiento, sino más bien
de placer espiritual, un arrobamiento que la trasciende. Su cuerpo
parece flotar, desmaterializado por la fuerza de la visión.
- El Ángel: El ángel también participa de esta
atmósfera sobrenatural. Con rostro sereno y sonriente, actuando como un
mediador divino en este encuentro íntimo.
2. Placer sensorial y físico:
- Santa Teresa: La descripción de Santa Teresa
en sus escritos (adjunto un fragmento de los mismos al final de esta
entrada) habla de un dolor dulce, una herida que causa un placer inefable.
Bernini traduce esto a través de la posición relajada de su cuerpo,
a pesar de la intensidad del momento. Su vestimenta, con sus pliegues
profundos y ondulantes, sugiere un cuerpo que se abandona a una fuerza
externa. La ligereza de sus miembros y la forma en que su túnica
parece flotar contribuyen a esta sensación de ingravidez y placer
trascendental.
- La Flecha: La flecha que el ángel sostiene,
aunque símbolo de la penetración divina y el "dolor" místico, no
se representa de forma brutal. Bernini parece haber elegido el instante en
el que el ángel saca la flecha del pecho, provocando en la santa
sentimientos entre el dolor y el placer.
Elementos Artísticos que
Refuerzan la Expresión de Sentimientos:
- Rostro y Expresión Facial: Como se mencionó antes, los detalles de los rostros son cruciales para transmitir el éxtasis de Santa Teresa y la beatitud del ángel.
- Lenguaje Corporal: La postura de los
cuerpos, los gestos de las manos y la forma en que la ropa se adhiere o se
separa de ellos contribuyen significativamente a la expresión emocional.
- Texturas: El contraste entre la tersa piel
del ángel y los pliegues agitados del hábito de Santa Teresa añade
dinamismo y enfatiza la naturaleza sobrenatural del evento.
- Luz y Sombra: La luz dorada que parece
emanar desde arriba y las sombras profundas creadas por los pliegues de la
escultura intensifican la sensación de teatralidad y misterio, envolviendo
la escena en una atmósfera divina.
- El Entorno: El marco arquitectónico del
altar de la capilla Cornaro, con sus columnas, mármoles de colores y los
relieves de los espectadores en los palcos, crea un escenario teatral que
realza la intensidad emocional de la escena principal.
En resumen, Bernini logra una
síntesis magistral de lo espiritual y lo sensual en el Éxtasis de Santa
Teresa. La obra no solo representa un evento religioso, sino que también
explora la profundidad de la experiencia humana ante lo divino, transmitiendo
sentimientos de éxtasis, placer, vulnerabilidad y serenidad de una manera
visceral y conmovedora. Es una invitación a contemplar la compleja relación
entre el cuerpo y el espíritu en el encuentro místico.
"Vi a un ángel junto a mí hacia el lado izquierdo en forma
corporal… No era grande, sino pequeño, muy hermoso, el rostro tan encendido
que parecía de los ángeles más elevados, que parece todos se abrasan. Deben
ser lo que llaman querubines… Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al
fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por
el corazón algunas veces, y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me
parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios.
El dolor era tan fuerte que me hacía lanzar gemidos, mas esta pena excesiva
estaba tan sobrepasada por la dulzura que no deseaba que terminara. El alma
no se contenta ahora con nada menos que con Dios. El dolor no es corporal
sino espiritual, aunque el cuerpo tiene su parte en él. Es un intercambio
amoroso tan dulce el que ahora tiene lugar entre el alma y Dios, que le pido
a Dios en su bondad que haga experimentarlo a cualquiera que pueda pensar que
miento". XXIX, 13 de Libro de la Vida de
Santa Teresa de Jesús (es su autobiografía fechada entre los años 1562-65) |
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