domingo, 2 de marzo de 2025

Arquitectura del siglo XIX. La escuela de Chicago. Modernismo: Gaudí

 El urbanismo moderno tiene su origen en el siglo XIX. En este siglo aparece una nueva ciudad, densa de población, de máquinas, de humos y de problemas sanitarios. Es necesaria una nueva respuesta en el ordenamiento del espacio urbano ya que las antiguas soluciones no sirven.

En el panorama arquitectónico conviven el eclecticismo y la arquitectura llamada de ingenieros (o de los nuevos materiales como el hierro y el cristal), que responde a las nuevas necesidades de la sociedad industrial y en pugna con la arquitectura de arquitectos preocupada por la tradición.
Sólo al final del siglo se supera esta dialéctica con el surgimiento en América con la Escuela de Chicago y con el surgimiento en Europa del Modernismo, que se convertirá en un tipo de arquitectura alternativa al eclecticismo y a los anacrónicos revivals. Nos centramos ahora en esos dos nuevos estilos arquitectónicos:

LA ESCUELA DE CHICAGO


A finales del siglo XIX y en los Estados Unidos nace una nueva arquitectura funcional, que emplea nuevos materiales (hormigón armado, hierro, acero, cristal) y además prescinde de los historicismos.
En los Estados Unidos no se sienten atados a la tradición arquitectónica.
La ciudad de Chicago es destruida por un incendio en 1873. Hay que reconstruirla con rapidez dada su importancia comercial y financiera y aprovechar al máximo el suelo disponible.
Los nuevos materiales, las nuevas técnicas de construcción (estructuras de acero visibles con simples cerramientos de piedra y cristal) y la invención del ascensor eléctrico permiten que el centro de Chicago se llene de edificios que se desarrollan en altura y que pondrán las bases del rascacielos del futuro.
En estos edificios:
La estructura de hierro es el esqueleto. Se emplean vigas y columnas de acero e hierro para sostener los forjados de las plantas.
La fachada reticular actúa como cortina, como la piel. Con ello, el muro pierde su función sustentante y puede ser convertido en amplias cristaleras que iluminan el interior.
Integrado en la ciudad mediante el hall y las ventanas.
Relación interior vertical (el ascensor) y horizontal (los pasillos). .
Nace así la Escuela de Chicago formada por un grupo de arquitectos que revolucionará la arquitectura. Grandes almacenes, edificios de oficinas, hoteles, sedes de empresas...se convierten en obras tan importantes como el templo o el palacio en otras épocas.
Louis Henry Sullivan fue el máximo exponente de esta escuela. El funcionalismo de su arquitectura lo resume en la frase:
"form follows function (la forma es el resultado de la función)".
Entre sus obras más destacadas podemos citar el Auditorium de Chicago o los Almacenes Carson.




Auditorio de Chicago de Sullivan y Adler

Se inspiraron en el recién inaugurado Marshall Field´s Store, de Henry H. Richardson, edificio que sin ser un auténtico rascacielos, estableció las bases de las futuras construcciones. 
Pero Sullivan y Alder se alejaron de la rusticidad del edificio de Richardson y generaron un ritmo repetitivo en las ventanas. El edificio debía albergar una ópera, un hotel y unas oficinas comerciales, un uso mixto que dio lugar a volúmenes desiguales en el interior y que obligó a Alder a hacer un complejo cálculo de estructuras.



Almacenes Carson
Realizado por Sullivan en solitario, el edificio se adapta a su función comercial, para lo que requería espacios amplios y diáfanos. Para lograrlo, Sullivan diseñó una estructura longitudinal en lugar de vertical, resaltada con las ventanas apaisadas. Para lograr una mayor iluminación de las plantas inferiores destinadas a los escaparates, las ventanas se hicieron aún mayores en esas alturas. Paradójicamente, el autor de la famosa frase "form follows function" incorporó en ésta y en muchas otras de sus obras, motivos decorativos adosados a la fachada.

Tras estos primeros edificios, en la Escuela de Chicago se plantearon dos formas fundamentales de entender las fachadas:
  • Una que tiende a identificar el cerramiento exterior con la estructura, es decir, pretende mostrar la estructura constructiva en los elementos exteriores. Se identifican así forma y función.
  • Y otra que oculta el armazón mediante recubrimientos decorativos, generalmente de raíces historicistas.
EL MODERNISMO

Nace a finales del siglo XIX como reacción estética contra los historicismos.
Se desarrolla en aquellos países que han alcanzado un cierto desarrollo industrial.
Es el estilo de una burguesía rica y culta, sin complejos historicistas y que exige calidad y diseño.
Se extiende por toda Europa y en cada país recibe distinto nombre:
·  Art Nouveau en Francia y Bélgica
·  Jungenstil en Alemania
·  Sezession en Austria
·  Liberty en Italia
·  Modernismo en España
·  Modern Style en Inglaterra

Aunque en cada país se presenta con importantes diferencias formales, mantiene, sin embargo, unas características comunes:

·      La idea de hacer una nueva arquitectura no heredada del pasado. Rechaza los historicismos, rechaza también la estética de la industrialización aunque hace uso de los nuevos materiales y técnicas y tampoco prescinde de los materiales tradicionales ni de la labor artesanal.
·      La concepción artística global que integra todas las artes, arquitectura, mobiliario, objetos decorativos, joyas, carteles publicitarios... Invade todos los aspectos de la vida.
·      Es un arte elitista que acaba al estallar la Primera Guerra mundial.
·      Los edificios se llenan de formas onduladas que se inspiran en la naturaleza ( Francia, Bélgica, España, Alemania)) o bien se reivindica la línea recta, los muros lisos y la mínima ornamentación (Inglaterra, Austria)
·      Este estilo desaparece cuando estalla la primera guerra mundial. De él quedará su interés por el funcionalismo que se proyectará en el racionalismo del siglo XX.
·      Una derivación de este estilo en la década de 1920 es el denominado Art decó por lo que a veces se le suele confundir con el modernismo.

El modernismo en España se desarrolló fundamentalmente en Cataluña, la región más avanzada en la Península a finales del siglo XIX, y especialmente en la ciudad de Barcelona. Entre los arquitectos que definieron el movimiento destacaron Lluís Domènech i Montaner, que se apartó conscientemente de las fórmulas historicistas para adoptar completamente las aportaciones del modernismo y, sobre todo, Antonio Gaudí:
Formado en el historicismo, especialmente en el neogótico, es capaz de superar en su obra las limitaciones del gótico estructural recurriendo a la naturaleza, no sólo como inspiración ornamental, sino como inspiradora de estructuras llenas de curvas, arcos parabólicos, columnas inclinadas que soportan sin necesidad de contrafuertes bóvedas paraboloides...
La arquitectura de Gaudí es un vehículo de expresión lírica. Es simbólica y emocional.
Está llena de fantasía, transmite libertad.
Junto con las técnicas más avanzadas, introduce elementos artesanales.
Aunque realizó varias construcciones fuera de la ciudad de Barcelona, como el Palacio Episcopal de Astorga o El Capricho de Comillas, la mayoría de sus obras se encuentran en la ciudad catalana. Esto se debe a dos circunstancias que favorecieron este hecho: su relación con la burguesía catalana de la época y la transformación del paseo de Gracia en la gran avenida representativa de la nueva Barcelona.

Podemos citar entre sus obras más destacadas:
  •  el Parque Güell, en el que podemos destacar, entre otras muchas cosas, la utilización de la técnica del trencadís,  


  • la casa Batlló, que resalta en medio del entorno urbano gracias a sus líneas curvas y sinuosas, que le hacen asemejarse a un ser vivo, con tejas a modo de escamas, 

  • la casa Milà o La Pedrera, con formas ondulantes que la relacionan con una especie de montaña de piedra, llena de huecos e invadida por los agresivos arbustos de hierro de los balcones, en recuerdo de la naturaleza geológica que había en el lugar.

  • y, por su puesto, el templo de La Sagrada Familia. Había una propuesta inicial de Francisco del Villar para realizar el templo en estilo neogótico, pero dicha propuesta fue abandonada y la obra fue encargada a Gaudí en 1884. 


El arquitecto diseñó un proyecto colosal:

- Pensó en una iglesia de cinco naves con tres fachadas, siete capillas en la cabecera y un claustro rodeando al templo, todo ello cubierto con azulejos y policromía brillante.

- Proyectó dieciocho torres con la intención de combinar el sonido de las campanas con el de un gran órgano cuyos tubos, ubicados en la fachada occidental, llevarían su sonido a toda la ciudad, completando la idea wagneriana del arte total.

Gaudí murió en 1926 dejando inacabada la obra de la Sagrada Familia. Los planos de su proyecto no se conservan y, aún hoy, la finalización de la obra es un asunto polémico y pendiente.

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